miércoles, 19 de agosto de 2020

Calma antes de la tormenta

Siento la tensión en cada poro de mi piel, noto cómo la electricidad estática eriza el vello de mi antebrazo. El aire está cargado con ese olor a ozono que inunda todo antes de que se desate la tormenta. El calor se vuelve húmedo y el cielo se vuelve de un gris oscuro que no consigue opacar al sol. Es cuestión de tiempo que caiga la primera gota. Y, después, el chaparrón acompañado del ruido lejano de un trueno. Estamos aquí, al borde del precipicio, esperando lo inevitable. Veo que contienes un escalofrío mientras me miras a los ojos. Me pregunto qué ves, qué observas en mi mirada cansada, hastiada, vacía. Tu silencio retumba en mi mente y me grita que reaccione, que saque un paraguas para lo que viene. Pero mi cabeza no reacciona. Prefiero sentir el diluvio empapando mi barba antes que irme y que sientas que te abandono. Puede que esté hueco, pero estoy aquí, contigo. Solo tengo que volver a encontrar mi chispa, que está ahí, en alguna parte. Aunque no sé si me dará tiempo a encontrar la antes de que empiece el vendaval. Respiro hondo. Cierro los ojos un segundo. Me preparo para sentir las gotas recorriendo mi cara, para ensordecer mis oídos con el sonido de los relámpagos y para que el olor a petricor inunde mis sentidos. Contengo la respiración, esperando. 
Y espero. 
Y espero. 
Y espero. 
Y espero. 
Pero esa gota no cae nunca. 

viernes, 12 de junio de 2020

Felicidades

Soy tan pobre que solo puedo regalarte palabras. Pero soy tan rico que te tengo en mi vida. Aunque a menudo el camino que hay que seguir está lleno de espinas, no me importa andarlo hasta el final, que ya sanarán las heridas y saldrán callos para que cueste cada vez menos. Si algo tengo claro es que merece la pena, que esas noches acurrucados no tienen precio y que quedan muchos besos y caricias recorriendo tu espalda. 
Soy tan rico que la sola idea de planear un futuro juntos me hace sonreír. Pero soy tan pobre que a veces solo puedo regalarte tormentos. Aunque siempre sabes calmar los vientos y me miras y me arreglas y yo soy un poquito mejor por dentro. Si algo tengo claro es que jamás amé de esta forma a nadie, que hemos superado ya mucho juntos y que quedan muchos días buenos, días malos, pero siempre juntos. 
Soy tan pobre que a veces pienso que no soy suficiente. Pero soy tan rico que la idea se esfuma cuando te escucho reírte a carcajadas con mis tonterías y cuando me miras con esa ternura y sé que el amor es correspondido. Aunque haga meses que no nos vemos sé que estás aquí, en alguna parte, en algún rincón. Si algo tengo claro es que te amo, con locura, con cordura, libre, pero cerca. 
Felicidades, amor. Siempre tuyo. 

martes, 28 de abril de 2020

Contra la pared

Que la cotidianidad empieza con unas ojeras largas por una, dos, tres noches sin dormir. 
Contra la pared, contra la pared. 
Que no hay un segundo de respiro en este piso y hay que estar siempre alerta. 
Contra la pared, contra la pared. 
Que por más que lo intento el infierno no para y gana terreno día a día. 
Contra la pared, contra la pared. 
Que todo me supera, que la presión me asfixia, que sé que no estoy a la altura. 
Contra la pared, contra la pared. 
Que vuelven los pensamientos de cuerdas, balcones y cuchillos afilados. 
Contra la pared, contra la pared. 
Que nada va bien, que todo va mal, que lo poco que funciona lo rompo. 
Contra la pared, contra la pared. 
Que estas paredes me ahogan, que no hay silencio, que solo hay ruido en este manicomio. 
Contra la pared, contra la pared. 
Que sientes que empieza a costar el querer la séptimo novena vez que te tienes que levantar a recoger un destrozo. 
Contra la pared, contra la pared. 
Que ya no sé cuánto queda para poder descansar, cuántos cabezazos más me tengo que dar
contra la pared, contra la pared. 

miércoles, 15 de abril de 2020

A oscuras

Una tormenta cae sobre Cuenca, las gotas se escurren los tejados y un pesado rayo ilumina mi habitación y retumba en cada esquina. Los gatos se desperezan, se estiran y se suben al radiador para mirar por la ventana. Yo solo veo sus siluetas porque todo lo demás esta a oscuras. Mi respiración está calmada, serena, relajada por el sonido de la lluvia. Intento no pensar en nada para que la oscuridad no vuelva a convertirse en hábito. Así que tan solo me acurruco entre las sábanas y me concentro en la tormenta. Con cada trueno me alejo más y más de mí mismo, como si fuera un viaje astral. Veo lo que pudo haber sido y nunca fue. Sueño con los presentes en los que me es fácil estar feliz. Veo tormentas en las que estamos juntos en la cama. Pero esta no es una de ellas. Y tu respiración no acompaña a la mía. Vuelvo a la realidad con otro resplandor. Veo cada rincón de este dormitorio. Y veo miseria. Pero cuando la luz se apaga, vuelve a quedar solo oscuridad.