domingo, 29 de noviembre de 2015

Ceniza

Tengo ceniza en el corazón de arder hasta la extenuación noche tras noche contigo. Columnas blancas se alzan ante mi, altas, sin sujetar techo alguno. Porque no hay techo que nos contenga. Reinos se alzarán y caerán, pero ninguno tan fuerte como la unión de tu mirada con la mía. En polvo se convertirán estrellas lejanas, que no vivirán más que nuestro amor.
Tengo ceniza en la sonrisa de besar la tuya. Y me sabe a poco. Cada suspiro ahonda en un corazón que estaba marchito y que has vuelto a hacer latir.

Perdidos

Nos perdimos en el polvo que se amontonaba en el parqué, entre besos, caricias, mordiscos y promesas. Tan en soledad que éramos nuestra única compañía, en nuestro mundo. La luz del sol se filtraba entre las espesas cortinas, se colaba hasta tus ojos y los encendía. Brillaban. Verdes, profundos. Nos perdimos en una mirada que no se acababa. Nos perdimos en un abrazo desnudo, piel con piel, jadeo con jadeo, sudor con sudor. La primavera nos sabía a poco. No hay prisa cuando el tiempo se detiene. No hay música si no es tu voz. Nos perdimos en un silencio. El caos de la ropa desparramada por toda la habitación nos envolvía. Estábamos cansados por una noche en vela, pero el sueño no nos vencía. No hay cuadro más bonito que tu sonrisa. Nos perdimos en la canción de nuestras almas ardiendo juntas. Iluminando el cielo. Iluminando lo que no habíamos sentido nunca antes. Iluminando nuestros miedos. Ocultando en sombras lo que quedaba en el pasado. Confesamos lo inconfesable. Dijimos palabras que no habíamos dicho nunca. Inventamos palabras nuevas. Nos perdimos en un juego sin perdedores. Mis labios tenían hambre de tus labios. De tu cuello. De tu clavícula. De tus senos. De tu ombligo. De tu sexo. De cada centímetro de tu cuerpo. Nos perdimos en el festín de tus uñas rasgando mi espalda. Nos perdimos los crujidos del suelo de madera al retorcernos de placer. Tus piernas abrazaron mi cintura. Tus dientes se clavaron en mi cuello. Empezamos a hacer el amor. Acabamos follando. Siempre bailando. Siempre amándonos. Alejados de todo. Alejados de todos. No hay mejor río que las gotas de sudor surcando tu sien. No hay mejor maquillaje que tus níveos mofletes sonrojados. Ni mejor carcajada que la tuya entrecortada por los gemidos. Perdimos la timidez al pasar el umbral de la puerta. Acabamos como empezamos. Abrazados. Y volvimos a hacer el amor una vez más. Y volvimos a follar una vez más. Nunca estaríamos saciados el uno del otro.
Te levantaste a media mañana. Te pusiste tu bata. Te sentaste en el banco del piano. Tocaste las primeras notas de nuestra canción. Traje café para los dos y los restos de nuestra tarta nupcial. Los pájaros piaban fuera. Los niños reían. Jugaban. Y nuestra vida acababa de empezar.
Nos perdimos en la felicidad.
Nos perdimos más allá de la muerte. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Olvido

A veces la observo mientras ella observa. Escudriña todo lo que mira. Sus ojos se posan en las hojas. Está pensando. Siempre pensando. Y yo sólo pienso en si pensará en mi de vez en cuando. Pero lo cierto es que ni si quiera sabe cómo me llamo. De vez en cuando, alza la vista y sus ojos se encuentran con los míos. Y me sonríe. Y yo sonrío. Y ella sigue a lo suyo. Y yo tengo la certeza de que, en un segundo, me ha vuelto a olvidar.A diario me olvida y me recuerda. Y yo también, en cierto modo. Porque cuando sonríe, me olvido lo que duele que me olvide y lo recuerdo al instante. Es todo tan confuso que ya no sé si su cabello es rubio o castaño claro ni si sus ojos son verdes o marrones.
Sólo sé lo que es estar enamorado durante un fugaz segundo.
El mejor segundo de mi vida, que en un segundo se desvanece y que se repite a diario.