miércoles, 15 de abril de 2020

A oscuras

Una tormenta cae sobre Cuenca, las gotas se escurren los tejados y un pesado rayo ilumina mi habitación y retumba en cada esquina. Los gatos se desperezan, se estiran y se suben al radiador para mirar por la ventana. Yo solo veo sus siluetas porque todo lo demás esta a oscuras. Mi respiración está calmada, serena, relajada por el sonido de la lluvia. Intento no pensar en nada para que la oscuridad no vuelva a convertirse en hábito. Así que tan solo me acurruco entre las sábanas y me concentro en la tormenta. Con cada trueno me alejo más y más de mí mismo, como si fuera un viaje astral. Veo lo que pudo haber sido y nunca fue. Sueño con los presentes en los que me es fácil estar feliz. Veo tormentas en las que estamos juntos en la cama. Pero esta no es una de ellas. Y tu respiración no acompaña a la mía. Vuelvo a la realidad con otro resplandor. Veo cada rincón de este dormitorio. Y veo miseria. Pero cuando la luz se apaga, vuelve a quedar solo oscuridad. 

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