domingo, 13 de diciembre de 2015

Pesadilla

Duele el vacío en el alma, como duele el olvido en el corazón. Como se hunde en la piel el frío de la cama grande, desnuda de sentimientos, duele no despertar a tu sonrisa. Desesperan los papeles en blanco y la tinta derramada en el escritorio, como desesperan los latidos sin eco de mi corazón. Altos se alzan los muros de hormigón en mi cuarto, tal altos que por más que alzo la mirada no alcanzo a ver su fin. Desgarro las paredes queriendo salir, pero sigo aquí. Ando con pies descalzos en círculos por el helado suelo de madera encerada. No hay ventanas. Ni puertas. Ni chimenea. Nada. Nada más que la tumba en la que he elegido encerrarme. Tu olor sigue aquí, en alguna parte. No te recuerdo. Tampoco te olvido. Fantasma traicionero, apareces en cada esquina de mi cuarto, susurras mi nombre. Y te desvaneces como lágrimas surcando mi rostro. 
Niebla se levanta y sube y lo envuelve todo. Caigo de bruces. Me dejo ahogar. Me dejo llevar. Lejos. Muy lejos. Rezo por despertar a tu lado y que el sueño acabe. 

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