jueves, 16 de junio de 2016

Insomio

Cuenta el insomnio un cuento amargo. Cuenta las horas sin parar, implacable, delirante. Sueña el insomnio sueños desconocidos, lejanos, cubiertos de polvo y óxido. Se marchitan las estrelladas noches con un tictac implacable que resuena con estruendo en la habitación. Ilumina la luna llena por la ventana una cansada figura en una chirriante silla con un lápiz en la mano y una página con demasiados tachones en ella.
Cuenta el insomnio que le gustan los cuentos que le cuento. Susurra tenue y tenebroso a mi oído que no piensa dejarme nunca. Y, conforme el miedo crece en mi corazón, la ignorancia de la fresca mañana se aleja. No se apartan los fantasmas de mi alma. No descansan bajo mi cama. No callan las velas ni las sombras que arrojan a la desconchada pared. Sombras son los pensamientos de mi mente. Sombras de pasado. Sombras y nada más.
Cuenta el insomnio un largo segundo. Se agita mi respiración ante la desesperación de mi insignificancia. Pesan los párpados. Pesa la nostalgia. Pesa el pasado como una losa. Pesan las palabras hirientes de alguien cercano. Pesas tú.
Tengo demasiado tú en tan poco yo.
Cuenta el insomnio que en breves trinará el ruiseñor en la repisa de mi ventana. El alba me saluda.
Me levanto cansado. Hasta mañana.

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